Voz: cambiar las narrativas para crear un mundo justo y sostenible

La narrativa configura nuestra mentalidad, lo que consideramos normativo, lo que aceptamos sin objetar y lo que toleramos (o promovemos y protegemos activamente) en los sistemas, las políticas y las prácticas que nos rodean y afectan.

Las narrativas que aceptamos -y las que rechazamos- revelan algo sobre nosotros mismos, el mundo que vemos y el cambio que buscamos crear o el statu quo que nos esforzamos por proteger. Por ejemplo, dependiendo de las narrativas que aceptemos, la migración forzada que se está produciendo a una escala mundial sin precedentes es una crisis humanitaria que requiere una ayuda compasiva para las personas desplazadas como parte de una comunidad global, o una pendiente resbaladiza que invita a la interrupción y la violencia en nuestros propios países y diluye nuestra identidad cultural. La salud pública es, o bien la mejor esperanza del mundo para lograr mejoras duraderas en la salud de las personas, o bien una invitación a la intromisión del gobierno en nuestras vidas privadas. El cambio climático global es, o bien un hecho probado que requiere una acción urgente y sostenida, o bien una teoría poco sólida impulsada por alarmistas medioambientales y extremistas antiempresariales.

En estos y otros innumerables casos, la narrativa es una forma de ver el mundo, los problemas, las personas, que es aceptada como verdadera por una masa crítica de personas. Y esta forma de ver informa lo que aceptamos como norma, lo que pensamos, lo que creemos y lo que hacemos. Las narrativas que aceptamos como verdaderas también dan forma a nuestra respuesta a nuestra propia experiencia vivida, y se convierten en narrativas que sostenemos y promovemos a través de nuestra propia narración.